RELATOS
Publicado: 10/May/2009 12:22
Bueno habra que conformarse con un post para este tema hasta que recuperemos el antiguo foro.
y comienzo con esta historieta ,que no es mia si no de un amigo.
EL ALEMAN
Me miró como no me miraba hace años, todavía me quería. Daban igual las otras dos mil personas que nos rodeaban, la masa gris que alababa al fuher.El resto de las calles de Nüremberg estaban vacías, remolinos de viento arrastraban las octavillas del NSDAP.
Ella sabía lo que había pasado sin que le dijera ni una sola palabra. Mañana marchaba a Rusia, a combatir por el glorioso Reich de nuestra gran Germania, por la raza aria... Intentaba convencerme de aquello, pero no podia, solo pensaba en que no la volvería a ver. Las juventudes Hitlerianas que nos rodeaban, en ese estado de extasis que solo nuestro fuher provocaba, gritaron entusiasmadas al final de su discurso. Una lagrima se deslizaba por su rostro, ignorando cualquier consigna racista que saliera de la boca de nuestro enfermo líder, yo no pude sino dejar de mirarla.
En el tren de camino a Leningrado parecía que no te movías; toda la estepa era igual. Esporádicamente veías algun campesino, que ya trabajaba para nosotros.Ya en el frente, ví como se aplicaban los preceptos hitlerianos en cuanto a los eslavos: ejecuciones sistemáticas de civiles, aldeas quemadas, y de fondo Leningrado, resistiendo. Era común que los oficiales pidieran voluntarios para las ejecuciones, yo nunca lo hice, pero mis compañeros si. Las víctimas y los verdugos eran gente normal; campesinos, obreros, gente común; a la que no le temblaba el pulso al apretar el gatillo.
Dicen que no te acostumbras a ver cadáveres, aunque yo lo hice pronto. Aqui los había montones; estaban los calcinados por las llamas, los destripados por la artilleria, ametrallados por nuestras Spandau, tiroteados por las PPSH soviéticas, los inocentes con un disparo en la nuca, muertos de inanición, muertos por congelación... La sangre parece más roja sobre la nieve, y los casquillos dorados brillaban con el raquitico sol invernal.
Leningrado era bonita aun estando diezmada por nuestras bombas. Sus edificios eran preciosos, pese a solo poder admirar una parte de la fachada, dado que la otra solía estar derruida. Había cadáveres apilados a los lados de las calles, junto a los escombros. Recuerdo una casa antigua que hacía esquina en una encrucijada de calles, me gustó tanto que lo estuve mirando hasta que uno de los pilares cedió y se derrumbó, una pena.
La defensa soviética era ferrea; francotiradores, barricadas, combates casa por casa, piso por piso. En interiores, las granadas eran tu peor enemigo; había que estar atento para que alguna de esas piñas no te arrancara la cara. Nunca se rendían, recibían suministros por una vía de tren construida sobre el lago Ladoga, que todos los inviernos se congelaba.
Finalmente ganaron, y comenzó la retirada, la gran retirada. No volvimos a recuperarnos, todo era retroceder. Y mientras avanzabamos hacia atrás, eramos testigos de la enorme destrucción que habíamos provocado por toda Rusia:Iglesias quemadas, pueblos destruidos, miles de asesinatos, campos que ardían...
Me dieron un cortísimo permiso, y volví a Nüremberg. Al llegar a casa me encontré con que todo el bloque ya no existía; los bombarderos americanos hacían bien su trabajo... Alineados en un solar contiguo estaban los cadáveres de los vecinos muertos, tapados con sabanas salpicadas de rojo. Entre ellos estaba ella, con la cara destrozada por la metralla, con los ojos vidriosos perdidos en el cielo. Estaba muerta, como lo estaban los otros vecinos, como lo estaban mis camaradas del frente, como lo estaba Alemania, como lo estaba yo.
Me la enseño y me parecio estupenda, espero que la disfruteis.
saludos,lictor
y comienzo con esta historieta ,que no es mia si no de un amigo.
EL ALEMAN
Me miró como no me miraba hace años, todavía me quería. Daban igual las otras dos mil personas que nos rodeaban, la masa gris que alababa al fuher.El resto de las calles de Nüremberg estaban vacías, remolinos de viento arrastraban las octavillas del NSDAP.
Ella sabía lo que había pasado sin que le dijera ni una sola palabra. Mañana marchaba a Rusia, a combatir por el glorioso Reich de nuestra gran Germania, por la raza aria... Intentaba convencerme de aquello, pero no podia, solo pensaba en que no la volvería a ver. Las juventudes Hitlerianas que nos rodeaban, en ese estado de extasis que solo nuestro fuher provocaba, gritaron entusiasmadas al final de su discurso. Una lagrima se deslizaba por su rostro, ignorando cualquier consigna racista que saliera de la boca de nuestro enfermo líder, yo no pude sino dejar de mirarla.
En el tren de camino a Leningrado parecía que no te movías; toda la estepa era igual. Esporádicamente veías algun campesino, que ya trabajaba para nosotros.Ya en el frente, ví como se aplicaban los preceptos hitlerianos en cuanto a los eslavos: ejecuciones sistemáticas de civiles, aldeas quemadas, y de fondo Leningrado, resistiendo. Era común que los oficiales pidieran voluntarios para las ejecuciones, yo nunca lo hice, pero mis compañeros si. Las víctimas y los verdugos eran gente normal; campesinos, obreros, gente común; a la que no le temblaba el pulso al apretar el gatillo.
Dicen que no te acostumbras a ver cadáveres, aunque yo lo hice pronto. Aqui los había montones; estaban los calcinados por las llamas, los destripados por la artilleria, ametrallados por nuestras Spandau, tiroteados por las PPSH soviéticas, los inocentes con un disparo en la nuca, muertos de inanición, muertos por congelación... La sangre parece más roja sobre la nieve, y los casquillos dorados brillaban con el raquitico sol invernal.
Leningrado era bonita aun estando diezmada por nuestras bombas. Sus edificios eran preciosos, pese a solo poder admirar una parte de la fachada, dado que la otra solía estar derruida. Había cadáveres apilados a los lados de las calles, junto a los escombros. Recuerdo una casa antigua que hacía esquina en una encrucijada de calles, me gustó tanto que lo estuve mirando hasta que uno de los pilares cedió y se derrumbó, una pena.
La defensa soviética era ferrea; francotiradores, barricadas, combates casa por casa, piso por piso. En interiores, las granadas eran tu peor enemigo; había que estar atento para que alguna de esas piñas no te arrancara la cara. Nunca se rendían, recibían suministros por una vía de tren construida sobre el lago Ladoga, que todos los inviernos se congelaba.
Finalmente ganaron, y comenzó la retirada, la gran retirada. No volvimos a recuperarnos, todo era retroceder. Y mientras avanzabamos hacia atrás, eramos testigos de la enorme destrucción que habíamos provocado por toda Rusia:Iglesias quemadas, pueblos destruidos, miles de asesinatos, campos que ardían...
Me dieron un cortísimo permiso, y volví a Nüremberg. Al llegar a casa me encontré con que todo el bloque ya no existía; los bombarderos americanos hacían bien su trabajo... Alineados en un solar contiguo estaban los cadáveres de los vecinos muertos, tapados con sabanas salpicadas de rojo. Entre ellos estaba ella, con la cara destrozada por la metralla, con los ojos vidriosos perdidos en el cielo. Estaba muerta, como lo estaban los otros vecinos, como lo estaban mis camaradas del frente, como lo estaba Alemania, como lo estaba yo.
Me la enseño y me parecio estupenda, espero que la disfruteis.
saludos,lictor