Sigo creyendo que Zhukov fue muy buen general, allí donde los rusos ganaron estaba él detrás.
Y tienes razón, pero solo en parte, todos los grandes generales tienen su parte oscura. Recuerda que la historia la escriben los vencedores:
Tras aguantar meses de amargos y costosos combates defensivos en Stalingrado, el 19 de noviembre de 1942, las fuerzas del Ejército Rojo lanzaron un masivo golpe contra el hasta ahora triunfante Ejército Alemán. Para la absoluta consternación de los alemanes, en una semana las fuerzas soviéticas rodearon al Sexto Ejército Alemán en la mortífera caldera de Stalingrado. Diez semanas después, los restos andrajosos del ejército se rindieron, finalizando la batalla más famosa de la Guerra Germano-Soviética.
La Historia afirma que la titánica Batalla de Stalingrado alteró el curso de la guerra en el Frente Oriental Alemán y puso a la Wehrmacht y al Reich alemanes en su camino hacia la absoluta y humillante derrota. La Historia acordó perdurar la fama de los vencedores de Stalingrado. El victorioso Ejército Rojo aparentemente nunca más sufrió una derrota significativa estratégica u operacional. Los arquitectos de la victoria de Stalingrado entraron en los anales de la historia militar como héroes invictos que condujeron a la subsiguiente marcha soviética hacia la victoria. En primer lugar entre ellos estaba el Mariscal de la Unión Soviética Georgiy Konstantinovich Zhukov, el héroe de Moscú, Stalingrado, Kursk y Berlín.
La Historia, sin embargo, nos ha informado mal. Las musas de la historia son inconstantes. Registran sólo lo que fue informado e ignoran lo que no fue. El adagio “Los despojos pertenecen a los vencedores”, se aplica a la historia así como a la guerra. Como un botín de guerra, la historia también ejerce una poderosa influencia sobre las futuras generaciones. En ninguna parte este ha sido más evidente que el caso de la guerra de Alemania en el Frente del Este. Los victoriosos alemanes relataron orgullosamente el curso triunfal de la guerra hasta finales de 1942. Después, los victoriosos soviéticos proclamaron sus hechos marciales, y pocos alemanes les disputaron.
Los nombres de los lugares famosos de 1941 y 1942, tales como Minsk, Kiev, Smolensk y Kharkov, evocan correctamente imágenes del triunfo alemán, mientras que los nombres de Moscú, Stalingrado, Kursk, Bielorrusia y Berlín resuenan como descalificadas victorias soviéticas. Estas imágenes, sin embargo, son engañosas y defectuosas. Por ejemplo, a pesar de los impresionantes avances alemanes en 1941 y 1942, las Operaciones Alemanas Barbarroja y Azul fracasaron, Moscú y Leningrado permanecieron en manos soviéticas, y las siguieron derrotas catastróficas alemanas, que culminaron en la destrucción del Reich Alemán.
Asimismo, la historia de los últimos años de guerra nos ha confundido en mayor grado no pudiendo calificar el aparentemente interminable éxito soviético en el campo de batalla. Comprensiblemente, los soviéticos eran realmente renuentes a deslustrar su expediente, y los alemanes a menudo evitaban el desagrado simplemente atribuyendo la derrota a un Hitler demente y a la abrumadora fuerza soviética. Así, los informes de combate soviéticos resultantes, parecían una marcha perfectamente integrada, inmaculada, hacia la inevitable victoria. Este deficiente mosaico histórico ha distorsionado la historia de la guerra camuflando los numerosos fracasos y derrotas soviéticas, las cuales enfatizan la marcha reconocidamente victoriosa del Ejército Rojo. También se ha elevado las reputaciones de ciertos comandantes victoriosos soviéticos tales como G. K. Zhukov y I. S. Konev a proporciones casi sobrehumanas, encubriendo el hecho de que, después de todo, también eran humanos y, como tales, demostraron debilidades característicamente humanas.
Este artículo comienza el proceso de corregir el registro histórico de esta guerra tan terrible identificando los defectos y situando esas famosas batallas, que han sido ya registradas y ensalzadas, en su propio contexto. Este es un proceso imparcial, puesto que casi mucho ha sido olvidado sobre el período de victoria alemana anterior a finales de 1942 así como ha sido olvidado sobre la triunfante marchar soviética después de finales de 1942.
La Operación Marte Soviética es el ejemplo más manifiesto donde la historiografía de la Guerra Germano-Soviética nos ha fallado. Originalmente planeada para finales de 1942, pero pospuesta hasta el 25 de noviembre, la Operación Marte se pretendió ser una pieza de acompañamiento para la Operación Urano, el nombre en clave de la contraofensiva estratégica soviética de Stalingrado. Realizando las Operaciones Marte y Urano, el Stavka Soviético (Cuartel General del Alto Mando) buscaba recuperar la iniciativa estratégica en el Frente del Este y situar al Ejército Rojo en el sendero de la victoria total. Planeada y realizada por el Mariscal G. K. Zhukov y un montón de otros generales soviéticos famosos y apropiadamente llamada Dios de la Guerra, la Operación Marte formaba la pieza central de los designios estratégicos soviéticos en el otoño de 1942. Su inmensa escala y su ambicioso intento estratégico hizo a la Operación Marte al menos tan importante como la Operación Urano y probablemente más importante. En su inconstancia, sin embargo, la historia ha olvidado a la Operación Marte debido a que fracasó, mientras que ha ensalzado a la Operación Urano porque tuvo éxito.
Hoy en día, están disponibles suficientes materiales de archivo alemanes y soviéticos para permitir la corrección de este error histórico y conmemorar apropiadamente los sacrificios del medio millón de soldados del Ejército Rojo y de los muchos alemanes que cayeron durante la operación, una cifra que excede el número de bajas militares de las Fuerzas Armadas Estadounidenses durante toda la guerra.
No creas que esto lo escribo yo, es la introducción a un interesante estudio de David M. Glantz sobre la Operación Marte, es decir, toda una autoridad de reconocido prestigio internacional.