


1944. Aeródromo de Venlo, sur de Holanda.
El Mayor Wolfgang Späte se encontraba en la cabina del primer caza secreto operacional de la Luftwaffe propulsado por motor cohete, el fantástico Me 163. Estaba al frente de la Jagdgeschwader 400, primera unidad que los recibió en el mes de julio. Aunque la autonomía del aparato era muy breve, con sus dos cañones de 30 mm y, de vez en cuando, cohetes aire-aire en las alas, podía teóricamente arrasar las formaciones de bombarderos americanos que atravesaban el Reich casi cada día y a los que doblaba en velocidad. El mayor se preguntaba, una vez más, como podía Alemania perder el dominio del aire sobre la Europa ocupada con aviones que casi alcanzaban el mítico umbral de los 1000 kilómetros por hora. La conclusión era siempre la misma: demasiado tarde y demasiado poco. Pero él y los pilotos de su unidad seguirían intentándolo hasta el final. No por política, ni por orgullo, únicamente por conseguir que algunas familias alemanas consiguieran escapar de las bombas que los B17 y B24 americanos les tenían destinadas...
El mecánico de tierra Schultz le hacía señas, junto al hangar, para indicarle que los peligrosos componentes del combustible del cohete ya se habían asentado en los depósitos y que, por ello, dentro de poco vendría el vehículo de remolque para arrastrar al pequeño aparato durante el carreteo hasta la pista de despegue. Wolfgang recordó la conversación que había mantenido minutos antes con su fiel mecánico, ante la noticia del traslado del mayor a la JG 7 para volar con los ya fabricados en serie Me 262 a reacción. Ante la inquietud de Schultz, le confesó que del nuevo año sólo podía esperar muchos duelos en los aires y que la guerra terminase lo antes posible; y respecto a su traslado a la nueva unidad, también le confesó un secreto. Él hacía muchos meses que ya había volado en el Me 262, en uno de los primeros prototipos, que por fallos técnicos había sufrido un aterrizaje de emergencia en la misma Holanda. También le contó que los aliados habían enviado a paracaidistas para hacerse con los secretos del aparato, lo que ocasionó una batalla que había sido mantenida en un absoluto secreto por el alto mando de la Luftwaffe. Schultz, que había servido en el norte de África durante más de un año, le recordó, con una expresión misteriosa, un viejo proverbio árabe que aprendió por allí: Al-safar-zafar, “ viajar es la victoria “.
Despegó. Y mientras trepaba casi en vertical hacia el cielo imaginó lo que sería medirse en un duelo con alguno de aquellos aparatos a reacción que los ingleses, según decían algunas fuentes de información, habían dispuesto sobre el Canal de la Mancha. Siempre hay duelos pendientes....


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Epílogo 2: Además de agradecer nuevamente las lecturas, más de 1500, aprovechando el fin de año; he caído en la cuenta de un cabo suelto que he querido saldar con esta adición: no se sabía cosa alguna del piloto desaparecido del prototipo de ME 262 que origina el duelo. He intentado nuevamente darle una especie de trasfondo real en ese sentido, en base a algunos datos históricos localizados. (Nunca existió una batalla aérea entre el Meteor y el Me 163)
En esta adición si he puesto algunas fotos para visualizar la narración. El hangar es un recortable, los mecánicos de P. Pig., el Opel Blitz taller viene en la caja de Barkmann de FOW. El Gloster Meteor a reacción es de una reciente colección de aviones metálicos escala 1/100 y el Me 163 es una maqueta a la misma escala de Tamiya (venía precisamente con un Me 262) descatalogada hace unos 10 años. La bicicleta y el carrito es de material ferroviario en escala Ho pero que creo que no se nota mucho la diferencia de escala con los 15mm.
FELIZ AÑO 2009 A TODOS y....Muchos duelos sin sangre. Ángel